Dentro del diagnóstico de la situación actual elaborada por la
Política de Gestión de Residuos encontró en el numeral 1.7 la falta de
educación y de participación ciudadana en el manejo ambiental de los residuos,
evidenciándose lo siguiente:
• Escasos conocimientos sobre la materia a nivel ciudadano, a
pesar de la creciente sensibilización.
• La confusión de la opinión pública, que es beligerante con las
soluciones ambientales del problema. Así, hay mayor oposición a la instalación
de un depósito de seguridad, que a los vertidos incontrolados que contaminan aguas
y suelos.
• Ausencia de responsabilidad de la comunidad frente a los
problemas ambientales que se derivan del manejo inadecuado de los residuos que
ella misma genera.
• Los esfuerzos de educación ambiental han sido dispersos y
carentes de políticas claras, con respecto del contenido del mensaje y a
quiénes va dirigido.
• El sistema universitario estatal no forma profesionales que se
incorporen a las actividades de gestión de residuos.
“Lo que hizo necesario trabajar la Educación Ambiental para
orientar y preparar a los diferentes grupos humanos desde sus dinámicas
sociales, naturales y culturales para el manejo y prevención de los recursos
naturales”.
Esta debe considerarse como un proceso en permanente aprendizaje,
que permite al individuo desarrollar y reafirmar sus valores para comprender la
dinámica de su entorno como resultado de la interacción que se genera entre los
aspectos biológicos, fisicoquímicos, sociales y culturales, para que adquiera
herramientas y pueda actuar en forma individual y colectivamente en la toma de
decisiones hacia el desarrollo sostenible, como parte de su ejercicio cotidiano
y ciudadano.
Con la expedición del código de los recursos naturales y
renovables y de protección del medio ambiente (1974) se incorporan algunas
disposiciones relacionadas con la educación ambiental, las cuales solo hasta
1978 se reglamentaron en el decreto 1337 implementando la educación ambiental
débilmente, puesto que la limita a cursos de ecología, la preservación
ambiental y de recursos naturales y a jornadas ambientales en los planes
educativos.
En desarrollo de los parámetros sobre educación ambiental
esbozados en la Constitución de 1991, la Ley General de Educación (Ley 115 de
1994) y el Decreto 1743 de 1994 estipula que la educación ambiental sea área
obligatoria en los planteles públicos y privados de la educación formal en los
niveles preescolar, básica y media, institucionalizando proyectos ambientales escolares,
trazando sus principios rectores asignando su responsabilidad a la comunidad
educativa. Se establece también en este decreto la asesoría y apoyo
institucional, la formación de docentes, el servicio social obligatorio y el
servicio militar obligatorio en educación ambiental. Por otro lado la Ley 70 de
1993 incorpora la dimensión ambiental en los programas etnoeducativos.
Analice y busque alternativas de solución, propiciando a través
del conocimiento de la educación ambiental una estrategia cultural que permita
llevar a la práctica mecanismos ambientales, haciéndolos extensivos a
diferentes contextos y escenarios, desde el hogar, la oficina, la universidad,
con el fin de construir en conjunto una propuesta coherente y sostenible para
el medioambiente.
Desde las diferentes propuestas interdisciplinarias, se pretende
que haya una participación de los diferentes sectores sociales, educativos,
interinstitucionales, con el fin de generar educación ambiental e ir más allá
de la recolección y la separación para construir en conjunto un ideal viable en
materia de gestión ambiental.
Es así como desde el Ministerio de Educación Nacional, se plantean
unos mecanismos, estrategias y metodologías de trabajo, con un objetivo claro:
promover un equipo interdisciplinario de trabajo, orientando así a las regiones
en sus procesos educativos, pretendiendo formar nuevas ciudadanos y ciudadanas
con ética y responsabilidad en materia ambiental.
“Lo importante para la
Educación Ambiental y para sus propósitos es que las comunidades se
Apropien de sus proyectos y los inserten
en sus planes de desarrollo y en sus propias dinámicas regionales…”
La pregunta significativa en este aspecto sería como hacer que en
la construcción de los planes de desarrollo se tenga en cuenta el contexto
social, esos escenarios poblacionales tan diversos que tenemos y sus diferentes
actores y que cada ciudadano sienta que es responsable de la generación de
residuos y se cuestione que debe hacer con ellos, como minimizar ese cantidad
que él mismo produce. Es aquí donde la educación ambiental tiene que entrar con
un programa educativo ambiental que genere impacto reflexivo en la comunidad,
ya que este es un problema transversal a todos los sectores.
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